Una aventura de piratas
No han sido pocas las malas críticas que se han vertido sobre la tercera y última parte de Piratas del Caribe, aún así, mi curiosidad no podía dejar pasar la oportunidad de verla en el cine. Así que, allá que fui esperando pasar tres largas horas frente a la pantalla comiendo palomitas... Sin embargo, ocurrió todo lo contrario, pasé tres horas muy entretenidas disfrutando de una película de piratas que, salvando las distancias, me recordaba a las antiguas.
De pequeña veía una y otra vez El cisne negro, me encantaba el papel de Maureen O´Hara, Margaret Denby en la película, una mujer de la alta sociedad raptada por los piratas que lejos de amedrentarse les planta cara y pasa a ser como un pirata más del barco. Increible papel para una época en la que las mujeres siempre estaban a merced del género masculino, sin embargo, en El cisne negro, Margaret Denby coge el toro por cuernos y no se doblega, igual que Elisabeth en Piratas del Caribe, una jovencita pasa de ser la niña de papá en una casa lujosa a ser reina de los piratas.
Está claro que es una súper producción con muchos clichés, pero aún así merece la pena verla, sobre todo cuando ya has visto las otras dos y, en mi opinión, no decepciona.
Destacaría: Además de la brillante, y ya sabida por todos, actuación de Johnny Deep, la batalla final entre El Holandés Errante y La Perla Negra, increibles efectos especiales y un bestial enfrentamiento entre piratas que no dejará indiferentes a los que les guste la acción.
Suprimiría: El discursito que da Elisabeth Swann sobre la libertad a lo William Wallace en Bravehearth, pues empieza a estar muy visto.
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