miércoles, 25 de julio de 2007

Una caja para Pandora

Según la leyenda, Pandora es la "Eva" griega: la guardiana de todos los males posibles, a los cuales acaba sucumbiendo y, por tanto, exportándolos a toda la humanidad. A ella se le confió, como en el Cristianismo a Adán y Eva, un terreno vetado. Para unos una manzana, para otra una jarra. La evolución de los mitos hizo que la jarra se convirtiera en una caja, y con el tiempo se ha hablado de "la caja de Pandora", como un sinónimo de males, de tempestad o de problemas.

A Pandora, cuenta la mitología, uno de los dones que le regalaron fue el carácter voluble. Y cuenta también la leyenda que, bajo todos los males que se desatan si levantas la tapa de la caja, al fondo, queda la esperanza. Eso siempre queda.

Otra visión de Pandora es la de Anne Rice, la viajera incansable que huye ante la adversidad del amor frustrado. La que se pasa la eternidad corriendo, escapando del destino que realmente desea. Un abismo abierto entre dos que un día se quisieron y, parece, nunca vuelven a juntarse.

Pero, como decía la mitología, en el fondo de la caja siempre queda la esperanza. Y la esperanza sirve, al menos en ocasiones, de puente para unir abismos. Y así ha pasado con nosotros. Cuánto me acordaba de ti en tantas ocasiones, por ejemplo leyendo las Crónicas, cuando vi desfilar el personaje de Pandora, línea a línea, ante mis ojos. Cuánto alimentaron tu recuerdo la música y los libros. Y precisamente de eso va esta caja.

No puede darse una Pandora sin su caja. Y ésta es la tuya. Para que la llenes de lo que quieras. Para que saques de ella lo que te apetezca. Te regalo una caja para que la llenes de palabras, de libros y de tantas cosas que tienes que ofrecer. Quién sabe quién estará leyendo. Yo un día tuve también una caja, un diario, que sólo tus ojos leían ¿te acuerdas?. Y fíjate de cuánto me sirvió.

Aquel balcón que creé sólo para tus ojos me vio llorar, me vio intentar ser fuerte, me vio luchando contra lo inevitable, me vio reprocharte tus miedos, me vio esperanzarme de nuevo, me vio complicándome la vida y me vio arrepentirme de todo. Qué impaciente, ¿verdad? Al final, el miedo a los males de Pandora ha quedado detrás. Al fondo, la esperanza ya la utilicé. Y en estos dos años vengo descubriendo lo demás: tus tormentas, tu carácter voluble... Y la absoluta necesidad de tenerte a mi lado para siempre. Y lo que nos queda juntos ¿verdad, Pandora?

Feliz aniversario.

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